Blogs La Razón | Por José Francisco Sigüenza García |
Puede que sea por eso de la tradición judeo-cristiana que tiende a dividir casi todas las cosas en buenas o malas, o quizá por aquellas sesiones de Barrio Sésamo del arriba-abajo, dentro-fuera, pero el hecho es que a los occidentales eso de categorizarlo todo por pares o contrarios, nos facilita mucho la comprensión de lo que nos rodea. Eso sí, tiene la contra de que en ocasiones nos hace enquistarnos en posiciones confortables para el cerebro no excesivamente prácticas.
En política pasa algo parecido. La derecha y la izquierda son lugares cómodos para vivir. Tenemos un color que nos identifica, palabras y gestos que nos son propios, pero es posible que los beneficios de la trinchera nos impidan ver que al otro lado de la loma hay un río de agua fresca.
Lo que puede parecer una frivolidad no lo es tanto y más allá de si uno es de los que prefiere la tortilla con cebolla o sin ella, esta manera de pensar afectó también a sesudos científicos que a principios del siglo pasado aún se andaban peleando por si la luz era una partícula o si por el contrario era una onda.
Lo que parecía un partido de solteros contra casados, se resolvió de modo magistral por un físico francés llamado Louis-Victor De Broglie, que concluyó que, si la luz se comportaba como una partícula y además como una onda es porque, seguramente, fuese las dos cosas a la vez. La genialidad le valió el premio Nobel unos años después, chafándoles a los puristas el divertimento que suponía tratar de demostrar que sus tesis eran mejores que las de los contrarios.
Volviendo a la política, ¿y si existiera un espacio que tomase lo bueno de cada extremo? No hablo del centro político que se me antoja vacío, equidistante y por lo tanto lejano, hablo de definición clara y propuestas tangibles, hablo de ideología. La necesidad de un mercado sin trabas para su funcionamiento se me antoja innegable y también la redistribución de la riqueza para garantizar el estado del bienestar y promover la solidaridad. Es posible que en los postulados socio-liberales esté la solución y que sean esa dualidad onda corpúsculo política que abra nuestro pensamiento para aceptar que lo inteligente es tomar lo mejor de cada propuesta, aunque nos haga salir de nuestra zona de confort y todo esto en el espacio necesario de una Europa unida.
Este lunes, el Presidente Rajoy hizo un poco de De Broglie y juntó a varias sensibilidades políticas, desde la izquierda a la derecha del sur de Europa, para llegar a acuerdos sobre cómo afrontar un problema que nos es común. No creo que de esta reunión salgan soluciones puras, liberales o socialistas, lo más seguro es que salgan propuestas buenas que es lo que todo político quiere, que sus conciudadanos vivan mejor.
Así, admitamos que un poco de cebolla le da sabor al guiso y que una visión más global de la política nos permite resolver problemas de un modo más eficiente. Abramos la mente y démosle una oportunidad a Europa y otra al socio-liberalismo.