Blogs La Razón | Por Miguel Ángel Arranz |
Francia siempre ha estado presente en los grandes procesos que han supuesto cambios y avances en la historia tocando todas las materias: las ciencias sociales, el arte, la economía, la política, la religión y la ciencia. Como claro ejemplo tenemos La Revolución Francesa, un periodo que marcó un antes y un después en la civilización de Occidente, proporcionando una época de progreso y adelantos sociales.
La Ilustración, fruto de las diferentes reformas sociales, fomentó en Francia una cultura de la investigación, desembocando en una cantera de estudiosos relevantes en prácticamente todas las ciencias.
El objetivo de estos científicos siempre fue buscar el bienestar de la sociedad y poner al servicio de la misma sus conocimientos. Figuras como Louis Jacque Thénard, descubridor del Agua Oxigenada; Henry Darcy, pionero en el abastecimiento de agua potable; Louis Pasteur, creador de la técnica conocida como pasteurización, proceso capaz de destruir los microorganismos en diferentes alimentos, o Camille Guérin, quien desarrollo la vacuna contra la tuberculosis, enfermedad que sigue matando en todo el mundo, fueron capaces de aportar a la sociedad francesa soluciones para sus problemas.
Hoy en día los problemas en la sociedad francesa son otros bien distintos, posiblemente no sean de carácter médico con efectos mortales para su salud, ni estén relacionados con una garantía y seguridad alimentaria puesto que están sobradamente vigilados y controlados por la Unión Europea, sus problemas son sociales y los que tienen la responsabilidad de aportar soluciones a los mismos no lo hacen.
Al igual que en otros países europeos uno de los problemas que más preocupa a los franceses es la corrupción o el creciente populismo, y los estamentos en los que confiaban, los partidos políticos con estructuras tradicionales, no son capaces o no quieren buscar soluciones para curar al país de estas dos enfermedades.
Cuando ocurre que la esposa del candidato François Fillon cobra 900.000 euros por no realizar su trabajo, la sociedad reacciona. Cuando un candidato pone en peligro principios básicos que siempre han acompañado a la sociedad francesa como la libertad y la solidaridad, todo ello unido a la propuesta del desmantelamiento de la Unión Europea como pretende Marine Le Pen, la sociedad toma medidas, igual que hicieron los científicos del siglo XVIII.
Para solucionar los problemas, los franceses han desarrollado la vacuna Emmanuel Macron. La plataforma En Marche!, sin estructura tradicional de partido político, con apenas un año de vida y un líder con poca experiencia, ha sido el antídoto que han creado contra las corruptelas del candidato del partido Republicano.
Macron ha sido el desarrollo exprés de una medicina contra la infección anti-europea que empezaba a sufrir Francia con Le Pen, un medicamento para erradicar en un tiempo récord cualquier atisbo de querer destruir los cimientos de la cultura y el sello europeo, afortunadamente Francia lleva en su ADN el ser pioneros en progreso social y quizá, al igual que los científicos surgidos de la Revolución Francesa, nuestros vecinos vuelvan a marcar el rumbo al resto Unión Europea.