Blogs La Razón | Por J. Francisco Sigüenza |
Todo tiende a retornar a su posición de equilibro o, como dice el refrán, después de la tempestad viene la calma. El planeta Tierra y el Universo son así, no les gusta el caos. La cosa está en si en ese regreso al orden, estaremos allí para verlo.
La Tierra ha pasado por al menos 5 glaciaciones, el choque contra el planeta que dio lugar a la Luna y lo de aquel meteorito que hizo que se extinguiesen los dinosaurios. Luego todo se calmó durante milenios hasta que hace unos cuantos años el ser humano, con su frenética actividad, comenzó a poner en peligro esa estabilidad.
Reaccionamos con el Acuerdo de París de 2015, que no sólo significó una apuesta mundial para reducir los gases de efecto invernadero, también supuso un ejemplo de política de altura, decenas de países trabajando en una misma dirección y con un mismo objetivo que beneficiaba a todos. Y de nuevo el caos, ahora en forma de Presidente de los EE.UU.
No deja de ser paradójico que el cumplir una promesa electoral, que en la mayoría de los países sería propio de políticos honestos, sea percibido en este caso por el resto del mundo como una clara amenaza a nuestro futuro. La voluntad manifestada en las urnas y que, en rigor, obliga a Donald Trump a cumplir con lo prometido, se antoja un desatino mayúsculo y un paso hacia atrás de consecuencias imprevisibles.
Pero antes de llenar las redes sociales y digitales con feroces críticas, pensemos de qué manera podemos ayudar al planeta a revertir esta situación y volver a recuperar la calma.
De nada sirve atacar a un pueblo soberano que en un momento dado decidió que el mejor camino para su futuro era el de abandonar el Acuerdo de París. Cualquier censura o ataque es probable que enquistara aún más esas posiciones bajo el recurso fácil del “todos están en nuestra contra”. El camino ha de ser hacer justo todo lo contrario, respetar su decisión a la vez que cerramos filas alrededor de los postulados que defiende el acuerdo. Mostrar respeto a la vez que unidad y fortaleza, de manera que el ciudadano norteamericano se pregunte si no será que esta vez ellos se han equivocado. Luego debemos exponer la cruda realidad, resulta crucial realizar una campaña de sensibilización global explicando la necesidad de que se logre implantar mundialmente el Acuerdo de París.
El mensaje ha de ser positivo, aún es posible dar la vuelta a la situación. La acción conjunta de muchos da sus frutos. Lo hemos podido comprobar con el Protocolo de Montreal, que logró el año pasado reducir el agujero de la capa de ozono. Hagamos ver a la opinión pública que el momento es crítico, pero que aún hay marcha atrás, y esto depende de nosotros, de lo que votemos, de pequeñas acciones que provoquen grandes reacciones políticas, de no quedarnos parados viendo cómo llega el fin.
El planeta conseguirá retornar a una situación de equilibrio, siempre lo ha hecho, pero puede que el precio que paguemos sea que la raza humana no esté presente. Está en nuestra mano.
Un comentario en “Políticas para equilibrar un planeta”
Tampoco estaría de más, junto con una actitud positiva y comprensiva, la adopción de políticas comerciales que premiaran el respeto al Acuerdo de París de forma que no se otorgasen ventajas competitivas a quienes no lo hacen.