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Más Vale Prevenir

Blogs La Razón | Por J. Francisco Sigüenza |

Tengo una muy buena amiga que me dice que no use tantos chascarrillos y frases hechas, pero, ¿qué le voy a hacer si el refranero popular es tan sabio? Voy a no hacerle caso por esta vez y a escribir hoy sobre “ponerse la tirita antes de que nos salga el grano”.

Las relaciones humanas no son sencillas, la amistad y el compañerismo pueden proporcionarnos instantes fantásticos de inmensa alegría, pero también es cierto que las disputas y la crispación pueden sacar lo peor de nosotros mismos y hacer que lo bueno se convierta en un infierno. Esto ocurre con mucha frecuencia en el ámbito familiar, hermanos que se dejan de hablar por una herencia o esa pareja que en su día se amó y ahora no para de pelear en los juzgados.

Quedémonos con el segundo ejemplo. Desde que se legalizó el divorcio en España, muchos son los matrimonios que se han roto proporcionando a cada cónyuge la posibilidad de rehacer su vida y comenzar una nueva etapa. Pero también, no podemos obviarlo, han aparecido nuevos problemas sobre los que debemos reflexionar. Los juzgados de familia están llenos de frustración y despecho y estas no son las mejores circunstancias para tratar de llegar a acuerdos. Al final, muchos son los daños colaterales que generan estas situaciones, no están sólo los progenitores que ven como parte de su vida desaparece, también tenemos a los abuelos, tíos, amigos y, sobre todo, a los más inocentes, los hijos.

Mucho se ha legislado en este asunto desde entonces y varias son las opciones que se están barajando para mejorar la situación. Desde la custodia compartida, hasta el contemplar a los abuelos como parte de ese régimen de visitas que se ha de establecer. El problema de estas medidas legislativas es que, cuando se han de aplicar, siempre se hacen en el momento que la tensión es máxima y la frustración de la situación más puede nublar el entendimiento de las partes. Nos encontramos en la fase del reproche, aquella en la que es más complicado controlar las palabras y, como decía Sabina, “cada vez más tú, cada vez más yo y menos de nosotros”.

Si esto es así, ¿no podría venir la solución de tratar de legislar antes? En pactar unas acciones “por si llega el momento”, cuando más amor hay en la pareja, cuando las ganas de construir son máximas. Esto que propongo ya se hace en el régimen económico que regirá la pareja. Antes de establecer el vínculo, se ha de elegir entre un régimen de gananciales o de separación de bienes y, si no se quiere entrar en ello, la ley, dependiendo de la comunidad autónoma, otorga uno u otro.

¿Por qué no se puede hacer lo mismo con la custodia de los hijos o con el régimen de visitas? Una especie de contrato prematrimonial que evite tener que pelearse llegada la ruptura, ya que todo quedó claro cuando más fácil era llegar a un entendimiento.

Ya lo decía aquel programa de Ramón Sánchez Ocaña, más vale prevenir. El refranero es sabio, apliquémoslo.

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