En Minuto Crucial | Por José Francisco Sigüenza
Ayer salió el Presidente Sánchez a dar una rueda de prensa después de sus vacaciones, hoy los medios subrayan la falta de liderazgo de un presidente que parece querer eludir su responsabilidad cargando las culpas en los demás. Jóvenes ávidos de botellón, reuniones familiares, velatorios y ocio nocturno, de todos ellos y de algún otro que me olvido, es la culpa de que estemos en el ojo del huracán de una segunda oleada que no es segunda oleada a pesar de que según Sánchez “se está haciendo un esfuerzo de detección precoz que está siendo sobresaliente”.
Es decir, estamos haciéndolo muy bien, pero la cosa es preocupante. Lo uno y lo contrario todo junto y a la vez. Increíble.
Pero no nos debemos dejar llevar por esta falsa apariencia de dejación de funciones o de falta de iniciativa. Sánchez y sus más de cien asesores, capitaneados por Iván Redondo, están siguiendo de modo milimétrico un plan perfecto para conseguir su objetivo: Seguir en la Moncloa el mayor tiempo posible.
¿Qué un Presidente del Gobierno debería tener como objetivo fundamental el mejorar la vida de sus ciudadanos? Pues sí. ¿Qué este Gobierno y en estas circunstancias lo que debería hacer sería no sólo mejorar la vida sino garantizar la vida de los suyos? Pues también. ¿Qué no es su prioridad? Pues no. Ahora pensemos, antes de cegarnos en el insulto, el por qué no es su prioridad y por qué no le importa.
Hace tiempo que los partidos políticos en España se han dado cuenta de que el ciudadano está bastante indefenso a la hora de mostrar su indignación y exigir que se le escuche. El sistema electoral en el que los representantes de los ciudadanos son elegidos en listas cerradas que a su vez están confeccionadas por los aparatos de los partidos políticos, hace que esa soberanía depositada en el individuo, sea este diputado, senador o concejal, se vea supeditada a la famosa disciplina de voto. De este modo, al representante electo no le importa ir en contra del programa electoral que defendió en su día, no le importa engañar o mentir siempre y cuando el aparato de poder, el partido que le coloca en listas y le permite seguir en su posición de privilegio, siga contando con él. Por todo ello, al extremeño no le sirve de nada indignarse porque su diputado en el Parlamento haya votado que sí a unos presupuestos que vuelven a olvidarse de mejorar a red ferroviaria en Badajoz y que conceden más presupuesto a los nacionalistas vascos, de nada le sirve pues su diputado no teme su reacción sino la de su partido.
La gente en España sólo tenemos una oportunidad de cambiar las cosas o de castigar al que lo ha hecho mal y es cada cuatro años en las urnas, pero está estudiado que la memoria es corta, por eso cada comienzo de legislatura se suben el sueldo, porque nadie se acordará de ello después de 4 años.
Ayer pasó lo mismo en la rueda de prensa. El Presidente siguió con su plan para no desgastarse, para culpar al otro de lo que ocurre, para trenzar una estrategia que le perpetúe en el poder después de esta crisis, aunque sea a costa de la salud de nuestros mayores, de la educación de nuestros hijos y del futuro de España. Nada importa, sólo él. La prensa y el pueblo se indignan, pero nada pueden hacer para que cambie el plan, estamos atados de pies y manos a una partitocracia brutal en la que la oposición, no nos engañemos, no hace más que seguirle el juego al Gobierno y esperar su turno.
Es necesario cambiar la ley electoral, es necesario que sepamos a quien pedir explicaciones y que los representantes populares se deban más a lo que prometieron en campaña que a las estrategias de partido. Que el respeto cambie de lado, que se respete más al votante que al Secretario de Organización de turno. Sólo así podremos recuperar el poder y elegir nuestro rumbo.
Ahora, exijamos ese cambio de ley, sino, quejarnos nunca servirá de nada.