En Minuto Crucial | Por José Francisco Sigüenza
Dio igual que fuese el más fuerte o el de los pies rápidos, o que su condición de hijo de una ninfa y por lo tanto preferido de los dioses, le confiriese un carácter casi inmortal; Aquiles tenía un punto vulnerable que aprovechó Paris para clavarle una certera flecha envenenada y así acabar con su vida: Su talón derecho.
En estas últimas semanas los medios de comunicación y las redes sociales se han llenado de artículos y comentarios analizando tres asuntos que, si bien no parecen tener mucho en común, sí que nos afectan especialmente pues, en mi opinión, sacan a relucir el punto flaco de la Unión Europea.
Me refiero al conflicto palestino-israelí en los territorios de Gaza, al paso de marroquíes y subsaharianos por la frontera de Ceuta y por último al secuestro del avión de Ryanair por parte de Bielorrusia.
Si analizamos cómo se ha comportado la diplomacia de la unión en cada uno de los tres escenarios que he mencionado, veremos que no hay un patrón y que lejos de actuar de un modo organizado y unívoco, los países miembros miran antes hacia el interior de sus fronteras que hacia una supuesta estrategia conjunta.
Es pues, esta ausencia de política exterior común, el talón de Aquiles de un continente que pudiendo ser el de los pies ligeros, se comporta como un torpe gigante de pies de barro.
Cuando las sirenas sonaban en Gaza, los líderes europeos tardaron varios días en reunirse por videoconferencia y el resultado de la misma apenas tuvo eco en la prensa, cosa lógica ya que la respuesta europea se basaba únicamente en buenas palabras tratando de no enfadar mucho a unos y a otros y poniendo en evidencia la tesis de este artículo: No había un plan previo consensuado.
Cuando Marruecos relajó la vigilancia en la frontera de Ceuta ocurrió algo parecido. Una declaración de Borrell en la que se recordaba que esa frontera no lo era únicamente con España sino con Europa misma, pero poco más.
Sin embargo, es ahora, cuando Bielorrusia obliga con malas artes a desviar el rumbo de un avión europeo, cuando la reacción es fulminante: Se prohíbe a la única aerolínea bielorrusa acceder al espacio aéreo y aeropuertos de la unión, se pide a las comunitarias que eviten el espacio aéreo bielorruso y se amplían las sanciones económicas y restricciones de viajes desde el país que lidera Lukashenko.
Es inevitable el preguntarse el porqué de esta diferencia. Muchos hablarán de la influencia rusa en la antigua república comunista y del pulso que la UE mantiene con el gobierno de Putin, pero las razones no importan demasiado, lo crucial es la falta de criterio común y con él, la debilidad de una diplomacia que paradójicamente se cimenta sobre las más antiguas del mundo.
Esta falta de previsión, este no reaccionar a tiempo, el no tener en la unión de estados un punto de apoyo seguro con el que reaccionar a lo que ocurre fuera de nuestras fronteras, es donde, tengámoslo por seguro, los “París” van a apuntar sus flechas envenenadas y donde nuestra heroína puede terminar dejando de serlo. Deberíamos no ponérselo tan fácil.