En Minuto Crucial | Por José Francisco Sigüenza
Una de las cosas que repito mucho en mis artículos es que Maquiavelo estaría muy contento en estos tiempos que corren. La idea de que el fin justifica los medios me da la sensación de que cada vez es más aceptada y con ella el que todo valga para conseguir nuestros propósitos. Yendo al ámbito político esta sensación se acrecienta aún más y lo peor es que viene acompañada por la honda preocupación de comprobar que cada día y con más frecuencia, las ideas se sustituyen por proclamas y los sentimientos viscerales le están tomando ventaja a la razón.
Digo todo esto poque desde el domingo pasado, tras las elecciones en Castilla y León, se ha vuelto a colar lo del “cordón sanitario” en los “mentideros políticos” (nótese qué al pelo le viene la palabra mentira a esta expresión). La subida en representantes del partido Vox junto con la aritmética parlamentaria resultante, no dejan más opciones al Partido Popular, si es que quiere gobernar, que pactar con los de Abascal, con el PSOE o repetir elecciones.
Si se piensa por un momento que esta circunstancia sería usada por el PSOE para introducir políticas sociales, tratar de llenar la España vaciada o atender un poco mejor a los animales en intensivo, se equivoca. Lo único que se les ocurre es lo del cordón, tratar de enfermedad perniciosa a miles de votantes. Un ejemplo de praxis democrática, ¡olé que sí!
Estos artículos los escribo teniendo muy en cuenta mi condición de presidente de Europeístas. En esta asociación nos consideramos muy radicales, entendiendo como tal, el hecho de querer ir siempre a la raíz de los problemas para tratar de separar la paja del grano. Hagamos pues lo mismo en este caso. ¿Qué significa un cordón sanitario?
Así de primeras, nadie estará en desacuerdo que se trata de ningunear hasta el máximo a una fuerza política, negarse a pactar con ellos, evitar darles publicidad, demostrar que, aunque les voten, su actividad política será irrelevante.
No voy a entrar en las razones que estos nuevos maquiavelos esgrimen para justificarse, sólo entraré en lo pernicioso que supone esto para la democracia. ¡Ah! Y esto sirve para cordones sanitarios de todo tipo Vox, Cs, Bildu o quienes ustedes quieran sanear.
Con un cordón sanitario no nos estamos protegiendo de una enfermedad, estamos dejando de escuchar a miles de ciudadanos que, por las razones que sean, han elegido esa opción política. De este modo estamos pervirtiendo las reglas de la democracia pues ignoramos deliberadamente a parte de los representantes electos, negamos el debate y por lo tanto la posibilidad de consenso. Esto, no sólo es un acto de suprema soberbia y desprecio por el que no piensa como nosotros, que ya es de por sí algo bastante feo, sino que va en contra de lo que nuestra Constitución establece cuando dice en su artículo 14 que no podremos discriminar a nadie por razón de su opinión.
Lo peor es que detrás de estas prácticas sólo se esconde la mezquindad y la pereza de unos políticos que ya no quieren hacer el esfuerzo de convencernos. Perezosos y vagos, saben que enfrentándonos evitan hacernos pensar.
No se dejen engañar, con los cordones perdemos todos y Maquiavelo se ríe aún más.