En Minuto Crucial | Por José Francisco Sigüenza
La que se ha liado en menos de una semana. Quién se lo iba a decir a Casado, a Teodoro o al mismísimo Feijoo. Quién les iba a decir que sus sillones peligraban y que sus expectativas dentro del Partido Popular iban a dar semejante giro.
Sillones, liderazgo, perspectivas de futuro, en definitiva, poder. Poder y partidos políticos, una necesaria pero extraña relación. Me explico.
La democracia es el gobierno del pueblo. La ciudadanía escoge a aquellos que habrán de legislar y tomar según que decisiones a través de elecciones. A las elecciones se presentan una serie de candidatos agrupados en formaciones de ideología similar. A estas formaciones las llamamos partidos políticos.
Pero no cualquier grupo humano puede ser un partido político. La Constitución Española lo deja muy claro en el artículo 6 de su título preliminar, justo ese título donde están recogidos los puntos más importantes de nuestra carta magna.
Los partidos políticos han de expresar el pluralismo político de la sociedad y son instrumento fundamental para la participación política y otra cosa muy importante, su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.
Ahora repasemos lo que estamos viviendo en el Partido Popular pero sólo como ejemplo de lo que tenemos más cercano. Si el lector se acuerda de cómo fue el proceso en el que se vio envuelto el presidente Sánchez cuando siendo candidato, se le sublevó el Comité Federal del PSOE, que lo aplique.
Este lunes Casado convocó al Comité de Dirección, anunció que en una semana se reunirá con la Junta Directiva Nacional y seguramente de ella saldrá una fecha para celebrar un Congreso Nacional.
La pregunta es, entre todo este batiburrillo de estructuras de dirección, ¿dónde están los afiliados? Repasando las informaciones que han ido apareciendo desde el miércoles, el único momento en el que estos han tomado protagonismo ha sido el domingo pasado en la calle Génova, una concentración que no tiene cabida en los modos de participación que prevé el partido. Todo parece indicar, pues, que esta lucha interna en la que unos dicen defender la buena praxis política y la otra les acusa de todo lo contrario, se libra a espaldas de los afiliados. Poca democracia entonces.
Se podría argumentar que será en el Congreso Nacional cuando tendrán voz y se escuchará a los afiliados. Les invito entonces a que se acerquen un poco a los estatutos del partido, y si después de nadar entre compromisarios electos, compromisarios natos, inscritos y demás siguen pensando que eso es dar voz, explíquenme cómo es la cosa que yo no lo veo.
Este es el problema. Que no podemos defender la democracia sin creer en ella. No podemos elegir a quienes han de representarnos si luego no les dejamos que lo hagan. No valen manifiestos pro-dimisión firmados por quienes ayer juraban lealtad eterna. No puede ser que se le tenga más lealtad a la lista electoral y a quién la diseña que al propio elector.
El camino se demuestra andando y la democracia, ejerciéndola.