En Minuto Crucial | Por José Francisco Sigüenza
Seguro que han visto la imagen, se trata de una de esas recreaciones de los vuelos que se dirigen a un determinado aeropuerto, en concreto hacia Egipto. Son muchos, aproximadamente 400. Bastantes pertenecen a líneas comerciales pero otros bastantes son aviones privados. Esto ocurre muy a menudo sobre todo cuando hay un evento internacional de alto copete y por lo tanto no sería noticia si no fuera porque la reunión de alto nivel es la Cumbre del Clima y de todos es sabido que los aviones son de los que más CO2 emiten a la atmósfera.
Así comienza una de las mayores contradicciones a las que se enfrentan los dirigentes mundiales del 6 al 18 de noviembre en la ciudad costera egipcia de Sharm el-Sheikh para el encuentro anual más importante sobre cambio climático. Pero no es esta la única.
A lo largo del 2021 el mundo comenzó a despertar del mal sueño que supuso la pandemia del COVID-19 y se sumergió en una vigilia que desgraciadamente no era mucho mejor. A la crisis de los transportes internacionales con el desabastecimiento de materias primas se le unió el aumento del precio de combustible y de postre, un día, nos amanecimos con la guerra en Ucrania, unas sanciones internacionales a Rusia y con la amenaza de enfrentarnos a uno de los inviernos más terribles de la historia.
Todo esto hace que el objetivo de descarbonización se vea diluido ante las necesidades energéticas que requiere mantener a flote nuestras economías. Las renovables siguen estando en boca de todos, pero ya han comenzado los guiños al petróleo e incluso al negro carbón y entre tanta y tanta contradicción, el planeta parece que no deja de calentarse.
Se calienta el planeta y se calientan las cabezas. Las de los que no quieren dejar de seguir emitiendo gases justificados en su necesidad de generar riqueza, las de los que luchan por convencer a sus ciudadanos de que pasen un poco de frío para emitir aún menos de lo que ya emiten y por último las de los países productores de combustibles fósiles que ven cómo la demanda aumenta mientras otros les recomiendan que pongan más placas solares en sus campos.
Pues sí, todo es una gran contradicción, pero la vida es así. Nadie dijo que fuera fácil hacer un mundo mejor sobre todo cuando vienen mal dadas. El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor y muchas veces es capaz de hacerlo todo al mismo tiempo.
Sé que me repito, pero aquí la cuestión no es centrarse en las contradicciones para echar tierra sobre la cumbre del clima sino centrarse en qué podemos hacer para cuidar más nuestro planeta. Alejar la ventaja pírrica que nos da un argumento populista para pensar a largo plazo en los que vendrán.
Si hay que pasar un poco de frío, pues se pasa, si hay que boicotear al que contamina, hagámoslo; pero lleguemos a acuerdos, firmemos consensos, cuidemos lo único que es gratis y está al alcance de todos: un cielo limpio, una brisa refrescante, el olor a tierra mojada…