La nueva realidad de las familias
Inmersa en una dinámica en la que todo se polariza y se tilda de azul o rojo, la familia ha sido encuadrada dentro de las competencias propias de la más rancia derecha, limitándola a unos estereotipos en los que los componentes religiosos tienen un papel predominante y en el que casi con exclusividad prima su función reproductora. Esta etiqueta ha hecho que, por parte de un espectro político, no se les dé importancia a las estructuras familiares más allá de la problemática de violencia doméstica y, en concreto, la que se ejerce contra la mujer y, por otra parte, por miedo a la estigmatización, sea apartada de los programas electorales en aquellos partidos que deberían ser sus defensores.
Bien entrado ya el siglo XXI, con los cambios tan profundos que ha sufrido la sociedad en los últimos decenios, seguir con ese concepto de familia, limitado al rol tradicional de un hombre y una mujer con hijos, no es sólo una reducción tremendamente simplista, sino que significa dejar de lado una realidad que afecta a todos los ciudadanos europeos y españoles, y desproteger uno de los pilares básicos de transmisión de valores y sostenimiento de la economía.
Entendiendo familia como la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común, que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo y existiendo un compromiso personal entre sus miembros, queremos desarrollar propuestas entorno a lo que, a nuestro juicio, es una de las grandes olvidadas en las políticas actuales: la familia, con independencia de su orientación sexual o número y relación de sus miembros.
Proponemos actuar en todos aquellos ámbitos que influyen en el desarrollo de la familia y de sus miembros, como puedan ser la conciliación de la vida laboral y familiar, el problema de la vivienda, medidas de apoyo a la natalidad y a la adopción, el poder decidir libre y responsablemente el número de hijos que se desea, el cuidado y la manutención de los mismos, los gastos de educación y el derecho de los padres a educar a los hijos según sus convicciones, la custodia compartida primando siempre el interés del menor, medidas de reforma del IRPF y de la Seguridad Social, o la ampliación de la legislación en relación a la violencia intrafamiliar.
Cuidado, protección y afecto
"La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado».
Artículo 16.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Durante la infancia y en la niñez temprana los seres humanos son incapaces de valerse por sí mismos, dependen totalmente de los demás en cuanto al alimento, el vestido y la protección. Además, a medida que llegan a la vida adulta, todos los individuos experimentan episodios de enfermedad, incapacidad y dependencia. Durante ese tiempo la familia asume la responsabilidad del cuidado y protección de sus miembros. No obstante, aquí no hay que olvidar a quienes carecen de familia o ésta decide no ayudarles, siendo primordial el papel sustitutivo de los Servicios Sociales para cubrir esas carencias.
La familia proporciona apoyo a los miembros que la necesitan. Esta ayuda puede ser económica, afectiva, etc. Gracias a ella se puede resolver situaciones conflictivas o abortar momentos de crisis individuales a familiares. El apoyo nace del sentimiento de pertenencia la familia, de saber que comparte, como grupo, creencias, proyectos y afectos comunes.
Además de ser la reproducción vital e imprescindible para la revitalización de la sociedad y para que la familia perdure, lo es el proceso de socialización de los nuevos miembros. Corresponde a la familia proporcionar a sus miembros información sobre los diferentes modelos para el propio desarrollo de su identidad sexual, y al Estado educar en valores de tolerancia intentando contrarrestar las enseñanzas homófobas o discriminatorias que, a veces, se producen en el seno de la familia.
Apostamos por fomentar, de una manera clara y decidida, en los miembros de la familia moderna, el respeto, la solidaridad, la tolerancia y el cuidado por el entorno natural, pues estos valores garantizarán que, entre todos, consigamos construir una Europa más justa, influyente y perdurable.
La estructura de una sociedad es una red intrincada de roles y diferentes estatus sociales. Muchos de nuestros estatus adscritos, incluyendo nuestras identidades nacionales, étnicas, raciales, religiosas, de clase y de comunidad se derivan de la pertenencia la familia. Hay que considerar a las personas como iguales, dando a cada uno la oportunidad de buscar su rol y estatus, no siempre podrá ser, pero que no venga dado por pertenencia a una u otra familia.
Educación en valores e igualdad
Corresponsabilidad parental e interés del menor
Estamos presenciando cambios continuos de los modelos familiares, de los modelos de pareja y de distribución de los roles o funciones familiares en relación con las tareas de la casa y el cuidado de los hijos, lo que está dando lugar a muy diversos modelos de organización familiar cuando se rompen los lazos de unión.
En caso de divorcio, la custodia de los hijos se ha concedido tradicionalmente a la madre. Podía considerarse lógico en una sociedad en la que el matrimonio lo componía un hombre que suministraba y una mujer que cuidaba y educaba. La aparición de nuevos modelos familiares ha vaciado de sentido esta preferencia, entre otros motivos porque el divorcio o separación puede tener lugar entre dos mujeres y entre dos hombres, casados o vinculados por cualquiera de las formas reconocidas de unión civil. También porque los hijos pueden llegar al hogar por adopción, por gestación subrogada o por otros medios. Además, la Convención de los Derechos del Niño y el Convenio para la protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales fomenta la corresponsabilidad parental, que se convierte en una obligación para ambos progenitores. Por último -pero lo más importante-, la custodia compartida como opción preferente en caso de separación debe revisarse por un motivo esencial: el interés del menor.
Apoyaremos medidas que faciliten la conciliación laboral, pues es fundamental para facilitar analogía entre horarios escolares, laborales y en caso de dependencia de algún miembro de la familia, permitiendo el desarrollo pleno de la familia y aumentando la eficiencia en el puesto de trabajo.
Por otro lado, las diferencias abismales entre las diferentes Comunidades Autónomas segregan al ciudadano y limitan sus posibilidades de desarrollarse como miembro íntegro de la sociedad. Por ello, queremos eliminar esos privilegios y homogeneizar las prestaciones a todo el territorio nacional y vemos necesario impulsar el desarrollo de políticas públicas con “perspectiva de Familia” implantando, para ello, una política integral de Familia de carácter universal, que reconozca e impulse los derechos de la misma, desarrollando, para ello, una fiscalidad que impulse la renovación demográfica con la mejora de la conciliación de la vida laboral y familiar, y que resuelva las principales necesidades y obstáculos que tienen en la familia en la actualidad, como son: el problema de la vivienda, el poder decidir libre y responsablemente el número de hijos que se desea, el cuidado y la manutención de los hijos, los gastos de educación y el derecho de los padres a educar a los hijos según sus convicciones o la conciliación de la vida laboral y familiar.
Conciliación laboral y derecho a una familia
Violencia doméstica o interfamiliar
Es un tema muy específico y de suma importancia. Queremos incorporar una perspectiva integradora con los nuevos tipos de familia que se forman en la sociedad actual, sin exclusión, aludiendo a nuevas prácticas y protección que incorporen, no solo a los más reconocidos tipos de violencia doméstica: violencia contra la mujer, contra el hombre, maltrato infantil, violencia filio-parental, el abuso de ancianos, etc., sino también a las familias ensambladas o reconstituidas, o la violencia entre dos personas del mismo género. Se hace necesaria una ampliación de la legislación, que ampare de igual forma a esta nueva tipología de familia que se da en la nueva sociedad occidental, adaptada a las necesidades vinculantes de cada una de ellas.
Es fundamental apartarse del discurso de enfrentamiento de contrarios, al que nos tiene acostumbrados la política actual, y que, simplificando mucho la cosa, contrapone hombres y violencia machista contra mujeres y denuncias falsas. Hemos de desarrollar, no solo una serie de políticas que amparen a los individuos, sino que, además, hay que potenciar un nuevo lenguaje que, lejos de enfrentar, acerque posiciones y, sobre todo, proporcione soluciones. Por ello, queremos hacer hincapié en educación, políticas sanitarias o recursos económicos, para que la sociedad se prepare para prevenir y enfrentar a la violencia, evitando toda la complicidad con los que la ejercen, denunciándolos y prestando toda la ayuda necesaria a quienes la padecen.
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