Blogs La Razón | Por Carmen Serrano |
Estos días hemos presenciado un nuevo espectáculo dantesco con tintes entre tragedia griega y circo romano, que pudiera pasar por comedia si no fuera por las graves consecuencias que tendrá para la futura estabilidad de gobierno y el interés general de todos los españoles. Hemos podido presenciar cómo un partido político de ámbito nacional presentaba y defendía en el Congreso de los Diputados una moción de censura contra el actual Gobierno en nombre del interés general de España, y lo hacía precisamente de la mano de quienes pretenden, cuando no lo han hecho ya, dinamitar la unidad e integridad territorial del Estado Español.
Hemos podido escuchar en la sede de nuestra soberanía nacional acerca de los intereses de los vascos (entendidos como los intereses de los nacionalistas vascos), de los catalanes (entendidos como los intereses de la república federal catalana), de los gallegos, de los asturianos, de los valencianos,… Estupefacta seguía en directo el debate cada vez con mayor inquietud al ver cómo en España, al parecer, no hay españoles, sino vascos, catalanes, gallegos, asturianos, valencianos, canarios, andaluces,… Vamos, lo que viene a ser todo por España pero sin España o, lo que es peor, todo por los españoles pero sin los españoles. Porque ¿quién representa y defiende los intereses de todos los españoles en este nuestro Congreso de los Diputados?
Paralelamente, me imaginaba a estos mismos partidos defendiendo sus intereses regionales en las instituciones europeas, planteando en el parlamento europeo propuestas en interés de los vascos o de una inexistente república federal catalana, demostrando no entender lo que necesita el proyecto europeo común en este momento: mayor integración europea, mayor cesión de soberanía, construcción de liderazgo europeo, y construcción de nacionalidad europea.
Una de las grandezas de la democracia es permitir la participación incluso de quienes defienden un proyecto que supone la ruptura de las instituciones públicas. Y en este sentido, en los últimos años hemos experimentado el incremento de la presencia de voces populistas, nacionalistas y antisistema en las instituciones autonómicas, nacionales y europeas. Pero nunca habíamos vivido la defensa de un proyecto de gobierno de integración y unidad territorial con el apoyo de socios rupturistas que proponen la desintegración de dicho proyecto. ¿Permitir al lobo cuidar de las ovejas? Es fácil entender las dificultades a las que se enfrenta la consolidación de la Unión Europea como proyecto de integración política y fiscal, y no sólo económica o financiera.
La gran mayoría de estos partidos políticos que en los últimos días han sido incapaces de defender los intereses generales de los españoles en el parlamento nacional, priorizando los intereses de los ciudadanos según su lugar de residencia, manifiestan tener un inequívoco espíritu europeísta. Yo me pregunto qué entienden por ser europeísta. ¿Estar presente en las instituciones europeas para defender los intereses de los vascos es ser europeísta? ¿Lo es presentar una lista electoral al parlamento europeo?
Con estos mimbres, ¿cómo poder construir una mayor y mejor Europa de la mano del nacionalismo que busca destruir? ¿Cómo defender los intereses de los europeos sin los europeos?